Porte desaliñado, caminas al compás del sonido tarareante de tu voz, sonrisa inquisidora. Tu mirada al asecho de un descuido en mi intento de seguridad y … Atacarme. Tu presa, que juega su mejor carta para defenderse del lobo feroz.
Ríes, me hipnotizas… ¿Qué es esto, deseo?
Ríes, me besas… ¿Qué haces?
Ríes, me tienes… ¡Dios, tu sonrisa!
Hablas con desfachatez, te escucho atentamente, me siento como una niña pequeña a la hora del cuento para dormir, lista para viajar al país de los sueños, pero esta vez deseando que el lobo feroz vaya con ella, que la tome en brazos y haga de ella lo que quiera… Se acerca el mesero, un suspiro, un descanso y así poder recuperar fuerzas para defenderme de tu ataque, me recuperó y vuelvo al juego, te interrogó: ¿qué has hecho de tu vida desde la ultima vez que nos vimos? ¿Qué haces con tu tiempo?…. Quiero los porqués de tu actitud tan defensiva, saber de dónde proviene tu esencia y por qué me gusta tanto.
¿Qué será lo que el universo tiene para mí que te ha vuelto a poner en mi vida?
Ahora a esta edad, con esta mentalidad, con actitud forjada, habiendo dejado de lado esos niños compañeros de escuela que fuimos, con planes, deseos y sueños en grande, ¿por qué te has vuelto a cruzar en mi camino?
Ja! Eres un patán, y me encanta eso. Dijiste: «Caperucita Roja le suplicara al lobo feroz que la vea, escuche, coma y haga sentir mejor, se entregará indefensa a él… pues, es lo que desea»
¡Qué desfachatez! ¿Qué haces de vuelta en mi vida?
–Viridiana Molina, abril 2016.